
Las recientes elecciones para elegir a 12 gobernadores en México estuvieron acompañadas de las campañas de contraste y muchas de ellas de guerras sucias.
Sin embargo, aquellos equipos de campaña que supieron capitalizar la veda electoral para colocar mensajes claves contundentes en su electorado y en el público objetivo de su rival, ahora se alzan con la victoria.
A pesar de que el órgano responsable de la organización electoral de México, el Instituto Nacional Electoral, (INE) validó la prohibición para la difusión de propaganda política, promoción política en mítines y reuniones públicas, la difusión de resultados de encuestas, entre otras acciones mediáticas más, para dar al ciudadano un espacio para reflexionar su voto, éste fue usado para otros fines.
La veda electoral, destinada al evaluación ciudadana, fue el tiempo idóneo y determinante en el cronograma de campaña para hacer válidas las ejecuciones de las tácticas de manejo de percepciones y dar tiros de precisión significativos para influir en la decisión final del elector.
Los tres días anteriores de la elección, fue el espacio natural para generar piezas de comunicación en redes sociales llenas de creatividad y estrategia que a la postre influirían en la decisión final del elector.
No obstante, algunos cuartos de guerra utilizaron las valiosas 72 horas para el descrédito de la personalidad del rival y olvidaron lo importante de capitalizar el tiempo de veda en acciones que dieran un rédito electoral no solo para el candidato sino para los distritos y municipios que estaban en juego y que a la postre darán gobernabilidad o no a los nuevos gobernadores.
Muchos minimizaron la veda, y dejaron de utilizar la última, pero no menos importante oportunidad de influir en el mercado electoral.
Si bien es cierto, la veda electoral estaba destinada a inhibir la promoción del voto, más no así a restringir la cobertura informativa ni a la aplicación de estrategias mediáticas, durante este espacio.
Muchos de los equipos de campaña se limitaron a dejar de lado las entrevistas de sus candidatos para hacer valer la veda, no obstante olvidaron que la estrategia mediática de campaña siempre va más allá de la conquista de un impacto en radio o televisión.
Desaprovecharon el espacio de las 72 horas y olvidaron que detrás de cada representante de un medio de comunicación hay también un gran elector.
Cabe mencionar que si bien la veda electoral aplicó para los partidos políticos, éste tiempo tampoco fue capitalizado con eficacia por la mayoría de los órganos electorales locales para hacer una efectiva promoción del voto.
Los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLS) carentes de estrategia de comunicación social, salvo honrosas excepciones, mal gastaron la veda electoral para imponer un marco comunicacional que les permitiera generar credibilidad en la elección, informar con eficacia los centros de votación, promover el voto en zonas de baja participación o incluso para posicionarse ante sus audiencias públicas.
Cabe recordar que fue su primera actuación luego de la más reciente reforma electoral y que tuvieron el espacio y espectro informativo a su disposición para dar un paso importante en su construcción de imagen.
En esas 72 horas tuvieron el tiempo mediático que dejaron vacante los miles de spots de radio y televisión de los diversos partidos políticos aunado a que durante el proceso tampoco hubo propaganda alguna de los gobiernos locales.
Hasta ahora tampoco no hay evidencia que alguno de los 12 OPL`S haya aplicado la normatividad en la veda electoral a pesar de que la campañas negativas, sustentadas en el panfleteo cerca de los centros de votación, fue la táctica más utilizada y evidente en la mayoría de las entidades federativas.
La efectividad de las campañas negativas en redes sociales y en tierra durante la veda electoral está medida en los resultados electorales del pasado 5 de junio.
A pesar de que éstas ya no fueron reportadas en las mediciones diarias de cada candidato, sí se ven reflejadas en el resultado final de cada elección.
En las campañas electorales no hay sorpresas, hay sorprendidos y el tiempo de veda fue factor para generar cientos de ellas.
Una de las grandes lecciones de este proceso electoral que se queda para el análisis, será si se continua institucionalizando los tres días últimos de la elección o la veda electoral como el tiempo de las campañas negativas o si se prosigue con la teoría de que el ciudadano mexicano necesita una prohibición de comprar y vender alcohol y 72 horas para la profunda reflexión de su voto.