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Causas, Ventajas y Antídotos 2018: Candidatos con signo de derrota


Cuando los ciudadanos pensemos durante estas campañas en el posible triunfo o derrota de un candidato, debemos tomar en consideración dos elementos fundamentales: El Perfil del Candidato (¿Quién es? ¿Qué representa?) y su “Think Tank” (¿Quiénes lo acompañan y guían?). Eso nos ayudará a elegir al mejor y desairar al menos indicado.


Los malos asesores de campañas políticas pretenden equiparar al “Tanque de Pensamiento” (los “iluminados” que arrojan verdadera luz) con el “Cuarto de Guerra” (Pool de “estrategas”) o con el llamado “Cuarto de al Lado” (los “acompañantes”), muy en boga en tiempos de negociaciones.


En estricto, en estos tres Círculos de Liderazgo deberían estar los personajes más capacitados para tomar decisiones acertadas, sobre todo en tiempos álgidos, en periodos de guerra electoral y de alta competitividad. 2018 no será la excepción.

No hay que equivocarse: las tres figuras cumplen funciones diferentes, no tienen las mismas responsabilidades ni los mismos compromisos; tienen tiempos y lenguajes específicos y, principalmente, deben administrar Signos y Símbolos propios como Cartografías de Navegación Política.



Perfiles, Estrategias y Perdición:

De ser hoy las votaciones, los ciudadanos sabríamos con claridad cuál de los candidatos a la Presidencia de la República, de inmediato, podría perder La Silla más Codiciada de este país.


Bastaría con analizar sus gestos, emociones, expresiones corporales y verbales, su cultura, la transmisión de sus Sentidos (todo esto como parte de su Personalidad e Individualidad) para ver qué tan duro será su descalabro.


También tendríamos que observar el “arduo esfuerzo” y la proyección de sus “iluminados”, “estrategas” y “acompañantes”, para dar por sentado que sus campañas políticas irán directo al pozo de la amargura, al barranco de las desilusiones.


¿Hoy por hoy, qué es lo que hoy detectamos de unos y otros? Pongamos tan sólo tres ejemplos:


1) El ‘Robin Hood’ y su Causa:

Los mexicanos sufren con un candidato que habla pausado, lento, con tonos de aburrimiento; aparenta dominar la lógica, razón y cordura (quizá porque sabe que podría perderlo todo al abrir más la boca… aunque siempre resbala); hace caer en la desesperación a quienes lo escuchan.


Su principal problema: lanza rayos y centellas sin medir las consecuencias; cae en incongruencias frecuentes, como despotricar contra lo diferente, contra lo “nice”, contra lo distinto, cuando el mundo está lleno de matices (al menos al electorado le gusta).


Quiere mandar todo al demonio de la noche a la mañana, como si todo estuviese podrido o perdido; tiene una concepción del mal muy arraigada sin pensar que lo bueno también permea en este país. Cae en el catastrofismo. Es lo que refleja.


La Ventaja y el Antídoto:

Este candidato, hoy por hoy, ganaría a sus contrincantes al aprovechar figuras tan poderosas como la espiritualidad, la humildad y la sencillez, porque en su estrategia de campaña está rodeado de gente que conoce muy bien esos Signos y Símbolos. Hay mucha religiosidad en su “poesía” (política) electoral. Les ganaría porque es lo que gusta a la mayoría.


Aprovecha el hartazgo de los desesperados, de los descamisados, de los vilipendiados y heridos, que representan a las dos terceras partes de esta nación. Ese es uno de sus mejores atributos.


Sus asesores deberán “acelerarlo” un poco para romper con lo parco y lo tedioso; deberán “institucionalizarlo” un tanto más para romper con su aparente anarquismo y rupturismo. Es lo que podría llamarse un “Robin Hood” a la mexicana.


2) El ‘Demonio de Tasmania’ y su Causa:

Este es un candidato que se asoma por la orilla de la cuna y percibe que todo el mundo podría ser para él; desea y ambiciona comerse el pastel de tres pisos sin convidar a nadie; lanza la imagen de avorazado, desmedido, descontrolado, sin pensar que en su andar podría atropellar a mucha gente.


Se sienta para escuchar a los demás, pero previamente se pone los potentes tapones “anti-no-me-jodas”; gusta jugar a las escondidillas porque parece que la oscuridad le da excelentes resultados, zonas tenues donde mejor le salen las “estrategias” (para algunos “trampas”).


Parece ser incluyente y abierto, zonas apetecibles que cautivan a muchos; lo mismo da pactar con derechas, izquierdas y demonios de otras tierras, pero con puñales escondidos para cada uno de ellos. Al menos eso es lo que la gente cuenta. Los colaboradores preparan el famoso ¿Tú también, Brutus?, ante el temor de la deslealtad. Es lo que refleja.


La Ventaja y el Antídoto:

Este candidato, hoy por hoy, gana a los demás en labia, oratoria, en discursos; su mente trabaja a mil por hora y tiene una respuesta clave para cada pregunta atormentadora. Sabe salir de los pantanos sin mancharse el plumaje.

Le gusta ser como el “David”, como aquellos boxeadores pequeños en tamaño, peso y estatura, exigiendo enfrentarse al “Goliat” de los pesos pesados; lo mejor de todo es que se la cree y puede lograr la victoria.

Sus principales asesores deberán ponerle cuerda al “Corcel” para que no desboque, para que no desbarranque; deberán amarrar perfectamente bien el freno del carruaje que lleva atado para no llevar a todos al voladero. Es lo que podría llamarse un “Demonio de Tasmania”, pero a la mexicana.


3) El ‘Poderoso Caballero’ y su Causa:

A este candidato le presentaron a la novia más bella del pueblo y no sabe qué hacer con ella; ni se imagina lo que le espera con tanta belleza, con tanto canto de sirenas. Hoy la gente más cercana lo embelesa con promesas, mentiras y halagos, al decirle que es el chico más bello de la comarca. Pero no es así.


Le sobra roce social, le falta baño de pueblo; en lugar de vestirlo con pantalón de cuero y camisa de cuadros, le ponen Frac y Esmoquin para meterlo al lodazal, a los charcos de agua sucia, allá donde están las realidades y prevalece todo lo mundano.

Quiere luchar con peces de agua dulce cuando, con toda seguridad, librará tremendas batallas con tiburones de zonas profundas.


Su discurso no es discurso; le cuesta trabajo aparentar ser “político rudo”, “cruzado”, “cristero o cura de pueblo”; más bien parece Cardenal metido en serios problemas. El “pobre angelito rico” tendrá que bajar del cielo para sentir lo que es la auténtica Zona de Demonios. Es lo que refleja.


La Ventaja y el Antídoto:

Este candidato, hoy por hoy, podría salir ganando porque tiene más mundo que sus contrincantes; sabe tocar puertas, tiene las llaves del reino, conoce a los dueños de quienes sí pueden lograrlo todo. El “estatus” es una de sus grandes ventajas porque conoce el lenguaje de los pudientes.


Si algo domina es el manejo del dinero, de los recursos, de las grandes arcas, esas que gustan tanto a los más extravagantes, a los que exigen resultados. Los demás han fracaso en este terreno. Muchos poderosos, con toda seguridad, le han de deber favores.


Se sabe la tabla de multiplicar de memoria; su matiz de “niño bueno, bien portado y estudiado”, también le da superioridad sobre sus principales adversarios; de llegar al poder quizá no sepa poner pesos y fortuna sobre la mesa de los más necesitados, pero podría intentarlo.


Sus principales estrategas deberán desnudarlo, cambiarlo de muda, hacerle ver la necesidad de que sea más “Original”, más “El”, sin temor al qué dirán los de las cúpulas. Deberán quitar la idea al electorado de que este candidato “se baña con agua” al igual que todos y “no con gasolina”.


Hay que enseñarle a expresarse con fuerza, con temple, con dinamismo; a andar más bragado, dejando un poco atrás el perfume y la elegancia. Es lo que podría llamarse el “Poderoso Caballero, Don Dinero”, muy mexicano, con apellido alrevesado. C&E



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